martes, 30 de mayo de 2017

Luis Enrique.. Un rebelde con causa

... Se acabó un ciclo en el F.C Barcelona, uno más, en estos equipos que al parecer la fecha de caducidad está marcada por los tres años, por el nivel de presión interno y externo que sufren los que se enfundan el traje de entrenador.


   Luis Enrique, culé confeso, con pasado madridista aceptó el reto, de un Barcelona que vivía en el pasado idílico de la era Guardiola y en ese entonces del presente del Tata Martino, buen tipo, que sucumbió ante la presión mediática, de un entorno que consume entrenadores.

  Pero Lucho, como cuando era futbolista, con personalidad, asumió el timón de un vestuario donde Puyol y Xavi, sus estandartes, daban sus últimos coletazos al más alto nivel, la primera gran decisión de Luis Enrique fue dejar a Xavi relegado a un segundo plano algo que tuvo auténticos detractores por todo lo que significaba Xavi en el mundo del fútbol.

   La misión era, por tanto, evolucionar el estilo, la base estaba, sólo era cuestión de buscar orientar el juego no sólo horizontalmente sino de forma vertical, adelantando la demarcación donde habitualmente el Barcelona marcaba las diferencias, diferencia que pasaba del mediocampo a la delantera donde se conjuntaron de manera fraternal esos tres monstruos como son Messi, Suárez y Neymar, la MSN para algunos el mejor tridente atacante de toda la historia.

Luis Enrique, aprendió, a veces, a que con este equipo los ataques de entrenador no eran buen negocio y se encomendó como otros a la magia de Messi, inagotable, insaciable y sobretodo con la jerarquía suficiente para liderar a un equipo, hacia nada menos que 9 títulos, con un triplete incluido, así de pronto se dice fácil, pero no lo es, el merito de Lucho fue reinventar un equipo, una idea de juego, basado en el talento del mejor jugador del mundo.

  Se va agotado, pero con la sensación de la tarea cumplida, a pesar de esa altanería, que roza la chulería que a veces tenía para protegerse y sentirse inmune ante la presión mediática que supone ser entrenador del Barça, sus idas de tono hacía el periodismo deja un halo de sabor agridulce de la personalidad de un Lucho cuyo carácter es la prolongación de cuando era jugador, un rebelde con causa, casi anárquico que se dejaba la piel por lo que creía, por su verdad, por su equipo y eso viene de serie.

Sin duda, hay más en el haber que en el debe, de un entrenador al que le quedan muchas batallas y al que como le sucedió a Guardiola, está pidiendo a gritos un aire fresco, un descanso reparador arropado por su familia, en la intimidad, por que ya se sabe que estar sentado en el banquillo del Barça, te exprime de manera irremediable, pero seguro que le valió la pena.. Por eso..

Suerte Lucho, allá donde vayas!!!

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